La huella de mi pie se va borrando.
Son las olas, que bailan y acarician;
veo su espuma fugaz.
Soy la espuma y ese niño que cruza
detrás de una pelota, sin mirarme.
Soy la espuma, y el niño y ese viejo
bañando sus tobillos junto a una mujer joven
que también soy.
Soy la espuma, el niño, el viejo, la mujer,
el cielo pintado de colores,
y el barco que a lo lejos
parece, parezco, saludar.
Soy el horizonte donde cielo y mar se unen,
lo más sutil de este paisaje,
tal vez lo más cierto.
Eugenia Domínguez (La memoria del Mar)
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