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martes, 20 de julio de 2010

Cielo de Ñandutíes

Cielo de Ñandutíes

 La música en Paraguay,llamado por su ubicación: "El Corazón de América", desempeña un papel preponderante en todos los festivales y manifestaciones religiosas

     Las arpas Paraguayas conjuntamente con las guitarras brindan a la música típica el toque justo para escucharla y bailarla en los numerosos festivales.
    La guarania, música nativa suave, romántica y triste en general es tocada por un trío integrado por un arpista y dos guitarristas.


      El Folkore Paraguayo, se identifica entre otras cosas por su gastronomía, su danza, sus juegos y tradiciones, que hacen de la cultura Paraguaya una rica mezcla de las raíces indígenas de Sudamérica, y el aporte de las distintas culturas de los colonizadores y conquistadores, donde cabe destacar también algo muy importante como lo fué el aporte de las misiones Jesuíticas para la religiosidad popular.

Cielo de Ñandutíes - Artesanía de Paraguay
Quizás uno  de los logros más reconocidos dentro de la artesanía paraguaya es el Ñandutí,  una fina y elegante artesanía  de origen  guaraní, símbolo y emblema del país sudamericano, el cual es elaborado parte con tejido bordado y parte adornado con colores vistosos y brillantes. Este tejido tan representativo es realizado basados en el principio de la tela de araña (ñandutí significa telaraña en Guaraní). En esta artesanía el ex profesor de matemáticas Luis Balbuena Castellano encuentra una simetría excepcional y perfecta desde los diseños más sencillos hasta los más complejos, quedó tan sorprendido de ello que escribió un libro dedicado a esta bella y delicada artesanía.
    Los bordados, la cerámica, los sombreros de paja (Piri), las esculturas de madera, la plata afiligranada y las joyas en oro forman parte de la gran variedad existente en la artesanía  Paraguaya.
     No se deben olvidar apreciar los objetos o ropa hechos en cuero pues no son muy costosos
    Así mismo se puede encontrar una industria artesanal única ofrecida por las comunidades indígenas que elaboran arcos y flechas, collares de plumas y otros numerosos productos originales de los nativos.
   Los Paraguayos también fabrican sus propios instrumentos musicales tales como el Arpa Paraguaya
(de 36 cuerdas y sin pedales) extremadamente extensa y usada por los grupos musicales típicos y acompañada por guitarras también hechas por paraguayos.
    
  ✿ Nota: En la busqueda de fotografías o informacion, y en charlas con mi amigo Niko (sheiru rohaihu ha tory pape) ,me encontre muchas palabras de esta melodiosa lengua que es el guaraní, entre ellas me sorprendió el parecido de dos de ellas:   "MBORAIHU"  y "MBORIAHU" , que significan, amor y pobre, respectivamente, el parecido de estas palabras me lleva a pensar que con amor la humanidad podrá terminar con la pobreza que hay en el mundo.

                                                                                                               http://www.oei.es/divulgacioncientifica/entrevistas_079.htm
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Leyenda Paraguaya del Ñandutí

 Ñandutí
Leyenda Paraguaya 

Leyenda Paraguaya del Ñandutí, leyendas, telaraña
  
Como el humo de las grandes quemazones, un techo bajo, de nubes negras cubría la aldea de los Guerreros del Sol. Las nubes se arrastraban enceguecidas por la fuerza de los vientos. Los habitantes de la tribu sabían que esa oscuridad era circunstancial y se preparaban para el próximo esplendor del Sol. Nadie estaba triste porque sabían que el  astro de oro volvería a brillar sobre sus cabezas alzándose con toda su fuerza. Nadie,excepto Ñandu Guasu, el hijo del jefe de "los grandes avestruces".
   Desencajado, se revuelve en su hamaca de fibras.
-¿Cuánto tiempo lleva así?, ¿Cuánto tiempo lleva su madre intentando hechizos para librarlo de aquel tormento?.

-¡Oh, Sapuru, hermosa ninfa indígena, abandona esta tierra y nunca vuelvas!, piensa para sí la madre de Ñandu Guasu, viendo a su hijo sufrir por el amor no correspondido.
Sapuru desafía al Sol.

   Paradoja: Sapuru envía su mensaje de esperanza montado en las nubes y en el viento.

   "Sapuru se quiere casar y se lo ha dicho a sus padres", dijo la machu con tono malicioso al oído de Ñandu Guasu. De inmediato el guerrero está en pie escuchando lo que la vieja viene a decirle. "Sapuru se casará con el hombre que le haga el más raro y valioso presente". La machu hizo una pausa para palpar con sus ojos sesgados las reacciones de Ñandu Guasu. "Claro que será muy difícil superar los que ya ha recibido –agregó la machu– aunque dicen que el regalo que trae Jasy Ñemoñare es más hermoso y raro todavía. Trae collares, pendientes y brazaletes de un metal raro, blanco y brillante, y dicen que lo ha sacado de la luna misma una noche en que ascendió hasta allí con su magia de descendiente directo de la reina de la noche".

   Ñandu Guasu la escucha y se siente demolido por la evidencia verbal de la vieja.
   Ñandu Guasu piensa en la muerte. En su muerte.

   Canta el kogohé y Ñandu Guasu huye de la vieja, del canto y de la muerte. Corre por el bosque el joven guerrero. Corre con sus piernas de acero. Corre ahuyentando a las nubes negras, al canto maléfico, a los augurios de la vieja machu, al viento que retuerce el cielo. Trepa a los árboles, los traspasa. Cruza los manantiales y sobre todas las cosas va extendiendo con furia la furia del Sol. Todo se ilumina a su paso. Corre haciendo el día hasta que cae la noche. Ahora, Ñandu Guasu, con paso reposado, recorre el monte que ha hecho suyo durante el día. Presiente el hallazgo, lo huele en el aire. Es un perfume finísimo, casi imperceptible. Una sonrisa se dibuja en su rostro de hombre. Ha llegado junto al árbol muerto. El árbol que el rayo de los cielos ha destruido con su fuego. Ñandu Guasu acaricia el tronco muerto y en el lugar que ha tocado nace un brote pequeño y verde. Ñandu Guasu levanta la mirada advirtiendo la presencia viva de la más encantadora obra de la naturaleza que jamás había visto. Un tejido blanco y brillante, empapado en rocío, lleno de reflejos, hecho con dibujos de una perfección celestial. Un manto nacido para Sapuru. Sin dudas un regalo insuperable.

    De pronto, de entre el follaje, surge la figura de Jasy Ñemoñare. El también quiere a Sapuru. Ñandu Guasu no tiene armas pero lo enfrenta. Un duelo por amor. Por el amor de Sapuru. Rodeos. Fieras miradas. Ruedan los contrincantes. La luna los mira. Una piedra, una herida mortal, la sangre corre y la luna llora porque su hijo ha muerto. Jasy Ñemoñare yace bajo la luz de la luna.

    Ahora Ñandu Guasu trepa hacia las ramas que sostienen el codiciado manto. Su rostro iluminado por la certeza de tener a Sapuru para siempre. El joven alarga sus manos y el finísimo tejido se deshace en una baba pegajosa e informe. Es un hechizo. Es una quimera. Es un imposible. Jamás podré tener entre mis brazos a la bella Sapuru, se lamenta en sus pensamientos Ñandu Guasu y lágrimas de rabia ruedan por su rostro. De un salto está en el suelo y corre rumbo a su aldea. Corre con sus piernas de acero. Corre cubriendo la luz lunar con un manto negro que todo lo ensombrece. Corre ahuyentando a los hechizos, a la muerte y a la fría luz de la luna. Corre haciendo la noche con su llanto hasta que nace el día. Ahora Ñandu Guasu se revuelve en su hamaca. Sueños terribles agitan su espíritu. Habla en lenguas extrañas mientras duerme. Grita. Su madre, acongojada lo despierta. Lo saca del infierno. Ñandu Guasu calla. No cuenta su travesía por el monte. Se lo ve con el semblante ensombrecido por la pena y por la rabia. El sol ya está en lo alto cuando el joven decide sincerarse con su madre. Se sientan juntos, a orillas del río, y con la mirada perdida relata lo sucedido: la travesía, el claro en el monte, la muerte de Jasy Ñemoñare, la joya de aquel tejido, la desazón final.

   La madre se levanta y simplemente dice: "Llévame a ese lugar". El joven la mira, primero sorprendido y luego con una sonrisa esperanzadora. "Confía en mi", dice la madre, y parten. No corren por el monte, lo sobrevuelan con la fuerza del amor.
   Ahora están en el sitio del hallazgo. La madre observa el cuerpo de Jasy Ñemoñaré cubierto de insectos y luego dirige su mirada a la maravilla del tejido allá en lo alto. La fuerza del sol parece haberle dado más vida, más brillo, más luz. La madre observa con detenimiento, no se arriesga a tocar la tela, sabe que el mínimo roce la destruirá. Se limita a mirar el constante movimiento del pequeño animal. Sus idas y vueltas. Su colgarse y descolgarse continuo, casi sin pausas.

    Ñandu Guasu se ha dormido. Sobre una rama repone las fuerzas que ha gastado durante la noche. La madre aprende la urdimbre del tejido maravilloso. Sigue los pasos de la araña. La madre comienza a tejer un manto hecho a imagen y semejanza del que tiene ante sus ojos. Lo teje con sus propias canas. Lo teje con amor. Lo teje sabiendo que hará feliz a su hijo. Cuando Ñandu Guasu despierta, su madre descubre ante sus ojos el tejido que ha hecho con sus canas. El joven sorprendido mira la obra de su madre y mira el tejido prendido de las ramas: son idénticos. Con temor el joven toma entre sus manos la suavísima urdimbre. La madre cuenta cómo lo ha hecho y el hijo con su natural ingenio, le dice: "lo llamaremos ñandu ati".

   "Ve y entrega esta ofrenda a Sapuru" dice la madre.

    Los descendientes de Ñandu Guasu y Sapuru continuaron tejiendo aquel delicado encaje que hoy conocemos como ñanduti, homenaje eterno al talento y sabiduría de la madre de Ñandu Guasu, y nombraron a las arañas, tejedoras naturales y primigenias de aquella maravilla, con el nombre de ñandu con el que hoy las conocemos en el idioma guaraní.
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