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miércoles, 25 de agosto de 2010

¿Debemos guardar silencio?

¿Debemos guardar silencio? , indiferencia
Encontré este texto en una revista que a veces llega a mis manos, me ha gustado mucho, se parece mucho a cosas que pienso y siento pero que no podría haber escrito mejor:

  Cuando el espíritu humano duerme aparece justificando lo que no tiene justificación, embriaga todo con ideas sin sentido, induce a la injusticia, a atropellar todo lo que tiene a su alcance, instala la mediocridad en las alas de la creación, ordena a la nada absorber a la esperanza y le da vacaciones a la muerte. Al mundo real ha llegado LA INDIFERENCIA con su política de negación y se ha convertido en todo.

¿Qué esperar entonces si ya nada nos atrae, si ya no confiamos en nadie, si no soñamos nada? Tal vez ganarle la partida iniciando una maniobra defensiva y engañosa que nos presente ante ella como indiferentes por convicción o indiferentes por pereza.

Hora de comenzar con la estrategia de indiferencia por convicción y para ello necesitamos una idea que nos aísle de la realidad, que nos separe de los demás, que nos impulse a no tomar ningún compromiso, que no se ate con nada ni con nadie, que paralice cualquier acto, una idea no es aquella ni la de mas allá sino la que nos parece cómicamente la mejor; acto seguido indiscutiblemente esa idea disfraza la indiferencia y tal cosa nos libera de ella, no somos ya realmente indiferentes pero si la aparentamos cuando es oportuno. ¡Ah, este punto se lo hemos ganado a la maldita indiferencia y hemos recuperado una de esas tantas cosas que nos han robado!¿Que será lo esencial, lo primero que se deba recuperar después de esta gloriosa victoria, lucidez en las ideas, justicia, confianza? Sí, eso es, lo necesario para golpear a esa modorra que fastidia y tiene cara de aquel despreciable traidor, pero calla, calla corazón, calla razón, callen manos, ya llegara el momento.

Ahora pasemos a la estrategia de indiferencia por pereza y posiblemente esta sea una batalla tan atroz como lo es cualquier guerra histórica, de vergüenza se habría de morir al confesar esta indiferencia, vergüenza por no decidir nada, por falta de convicción e ideas, por sobrevivir oculto con una máscara de egoísmo. ¡Agh, hasta la nausea siente vergüenza ante semejante indiferencia!

NO se puede dar marcha atrás, hay que dominar el miedo, el asco y la la cobardía que origina la pereza, hay que moverla hasta los límites de la fatalidad, envolverla con el crimen triunfante, abandonarla en sensaciones engañosas; solo entonces podremos convertirlas en pensamiento, en visión, en experiencia, en acción. Pero cuidado, la pereza es tan predecible e indolente que en cualquier instante puede recuperar su naturaleza, reducir los impulsos y oprimir las sensaciones, así que no mas justificaciones, no mas cansancio, no mas cobardía, no más miedo, es momento de producir el ruido más fuerte, de atrapar los reflejos del sol, de reproducir imágenes febriles, de desnudar inviernos, de conquistar el vacio, de perfilar el dolor, de recuperar el equilibrio y la alocada cordura. Por supuesto el primer encuentro puede ser una derrota, pero HAY DERROTAS QUE TIENEN MAS DIGNIDAD QUE UNA VICTORIA, y es esta dignidad la que nos lleva a protagonizar un segundo encuentro al estilo magno, con astucia, paciencia, y valor, y su visión de este hace del mundo algo pequeño ¿Qué puede ser la indiferencia por pereza? Nada, absolutamente nada. ¡Ahh por fin llego el momento de la venganza! Y lista o no, hay algo que gritarle a la maldita indiferencia para que no vuelva nunca: indiferencia: has perdido un espiritú!

¿Debemos guardar silencio? Indiferencia


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