jueves, 26 de abril de 2012

Lenguas indígenas [México]


Tlahtolli     Palabra
         Durante la conquista, en el afán de evangelizar
a la población, algunos misioneros españoles dedicaron gran parte de su tiempo a estudiar las lenguas indígenas. 
     En 1696, el rey Carlos II estableció al español como único idioma en asuntos oficiales;por ello los colonizadores renunciaron a estudiar las lenguas originarias.
      Actualmente, 6 de cada 100 habitantes en México hablan una lengua indígena; estos numeros, con base en el Censo de Población y Vivienda 2010, reflejan el uso y, en algunos casos, la desaparición de varias de estas lenguas.
     En México se hablan 346 variantes lingüísticas,que pertenecen a 68 agrupaciones , y que a su vez derivan de once familias lingüísticas (algica, yuto, nahua, cochimi-yumana, seri,oto-mangue, maya, totonaco-tepehua,tarasca, mixe-zoque, chontal de Oaxaca,
huave.)


Hablantes           Lengua
1 586 984          Nahuatl

  795 499          Maya
  460 695          Otomí
  474 298          Tseltal o Tzeltal
  496 038          Mixteco
  250 252          Totonaco
  230 124          Mazateco
  222 051          Ch´ol o Chol
  127 244          Tlapaneco
  137 413          Chinanteco
  166 952          Huasteco
   89 503          Tarahumara
      200          Paipai
      190          Ixcateco
      161          Pápago
      145          Cucapá
      106          Qato´k/Motozintleco 
      103          Kaqchikel    
       83          Ixil
       53          Teko
       50          Oluteco
       46          Kiliwa
       21          Ayapaneco
6 913 362          Total de hablantes de lenguas indígenas.

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lunes, 26 de marzo de 2012

La Mecánica del Corazón - Frases

La Mecánica del Corazón
La Mecánica del Corazón - frases

Primero: no toques las agujas de tu corazón.
Segundo: domina tu cólera. 
Tercero: y más importante, no te enamores jamás de los jamases.Si no cumples estas normas, la gran aguja del reloj de tu corazón traspasará tu piel, tus huesos se fracturarán y la mecánica del corazón se estropeará de nuevo.

   Un cuento para niños grandes dice la editorial de este maravillosos libro del escritor y músico Mathias Malzieu y publicado en 2009. Es la historia de  Jack hijo de una chica demasiado joven para tener un hijo y cuyo corazón está dañado. Para salvarlo, le colocarán un reloj de madera, al que deberá dar cuerda durante toda su vida y que le causará un sinfín de molestias. Jack sufrirá la burla y el maltrato por parte de los otros chicos, y se sentirá excluido  por ser diferente. Sin embargo, conocerá a una pequeña cantante andaluza y no habrá limites que lo detengan hasta encontrarla.
  De fácil lectura, desde el primer capitulo te atrapa por la sencillez de su narración y la belleza de sus metáforas. 
  

Citas:

 ✿ Si regresara a casa procuraría no aplastar esos sueños (de niño) con mi cabeza poblada de tantas preocupaciones de adulto.
  Conoces los riesgos de darle tu corazón a una centella
 ✿ Te hace falta o bien amor o bien tiempo...pero mucho tiempo.
 ✿ Cuando destruías tu corazón ante ella pretendías mostrarle cuanto sufrías y, al mismo tiempo cuanto la amabas, un acto idiota y desesperado.
✿ Arroje mi corazón a la basura a fuerza de amarte.
✿ Mordisquear las pocas migajas de tu presencia.
✿ Las penas amorosas pueden transformar a la gente en monstruos de tristeza.
✿ Me siento invenciblemente feliz.
✿ La máquina de los sueños se pone de nuevo en marcha, lentamente.
✿ Estoy jugándome mi destino.
✿ Muéstrale tu verdadero corazón, es el único truco de magia posible.
✿ El tiempo parece haberse detenido y no quiero que retome su curso habitual.
✿ La mecánica del corazón no puede funcionar sin emociones.
✿ Por mucho que uno se deleite con la luna también necesita del sol.
Continua soldando tus sueños a la realidad.
Me gustaría parecer fuerte pero me derrumbo por todas partes.
Y cuanto mas intensamente ames, más intenso será el dolor futuro.
✿ Siempre se produce un momento patético pero agradable en el que pienso que mis sueños pueden hacerse realidad. En ese momento creo en lo imposible.
No hay nada más divertido que la imprudencia.

                             

    
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viernes, 2 de marzo de 2012

Renovarse o morir... (cambios en youtube)

   Hace unos meses youtube presento cambios en el diseño de su pagina dando paso a uno mas elegante, sobrio, y practico, dando opción al usuario de dejar la anterior si así lo deseaba, En mi canal deje la anterior pues la nueva no permite hacer transparencias y entonces no se aprecia la imagen elegida como fondo, excepto en los laterales, muy poco espacio para ver una imagen que  los usuarios ponemos con la intención de que se vea perfectamente. Han anunciado que el 7 de marzo todos los canales cambiaran al nuevo diseño, habrá que apegarse a ello, por lo pronto, fiel a mi manía de guardar recuerdos me traje algunos de los que he he tenido en el canal. Mi manera de despedirme de una vieja cara y darle la bienvenida a un nuevo look.








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Frankenstein o El Moderno Prometeo [Datos sobre la obra]

  En el verano de 1816, Mary Wollstonecraft y su esposo, el poeta Percy Shelley fueron a vivir a villa Diodati, la mansión que Lord Byron tenia a orillas del lago de Ginebra. Una noche, los jóvenes amigos se desafiaron mutuamente a escribir un relato de terror. El producto mas perdurable de esa legendaria noche es la poderosisima novela escrita por una frágil mujer de 19 años: Frankenstein o El Moderno Prometeo, surgida de sus lecturas de Darwin padre y Galvani, entre otros, ademas de una pesadilla, como confiesa Mary en el prologo a la edición de 1831, la primera que firmo con su nombre.
   La novela tiene la estructura irregular típica de una obra romántica: comienza con una serie de cartas que que el capitán  Robert Watson, un explorador que quiere llegar al Polo Norte, le escribe a su hermana Margaret contándole sus peripecias de su expedición. Pero al llegar al puerto de Arkangel, al norte de Rusia, en el Mar Blanco, y consciente de que sus cartas ya no podrán ser enviadas, transforma su escrito en un diario, donde también registrara sus anhelos y reflexiones. Todo parece suceder dentro de lo previsto hasta que una mañana, habiendo encallado entre dos placas de hielo, su tripulación le informa haber visto pasar a lo lejos un trineo ocupado por una extraña figura.
No terminaba de sorprenderse por este suceso cuando al otro día encuentra a sus hombres hablando con alguien desde la borda del barco: hay otro trineo, ocupado por un hombre enfermo, quien, sin embargo, se niega a ser asistido a menos que le aseguren que el barco se dirige al Polo Norte. Al tranquilizarlo logran que se suba al buque; él se presenta como el Doctor Víctor Frankestein, natural de Ginebra, pero no puede dar mas información debido a su delicado estado de salud. Bajo los cuidados de Watson se recupera lo suficiente como para contar su historia:
   "Y me dijo que comenzaría su relato al día siguiente, cuando estuviese yo desocupado, libre de las obligaciones de abordo. Esta promesa me arranco las expresiones mas cordiales de agradecimiento. He decidido por lo tanto, consignar por escrito cada noche siempre que mi deber no me lo impida, y tratando de ser lo mas fiel y apegarme a sus propias palabras, lo que él me cuente durante la jornada. En caso de  estar muy ocupado tomaré al menos algunas notas. Sin duda este manuscrito te proporcionara el mayor placer; pero yo que le conozco y escucho la historia de sus propios labios...¡con cuanto interés lo leeré en el futuro!  Aún ahora, al dar inicio a esta tarea, su voz modulada suena en mis oídos; creo ver sus brillantes ojos mirándome con melancólica ternura; le veo levantar su delgada mano con animación, mientras sus rasgos resplandecen con la luz que irradia del interior de su alma" Así registra el capitán sus expectativas, siempre con su hermana en mente.
   El diario se transformara en un relato enmarcado: Watson transcribirá de manera fiel, inclusive respetando la primera persona, el relato de vida del doctor Frankestein. La elección de la primera persona en los dos primeros narradores de la novela (y volverá a aparecer cuando la criatura cuente, por si misma, su versión de las cosas) muestra el deseo de manifestar que todo punto de vista es parcial. Y en el caso de esta historia, que reflexiona largamente acerca de la percepción y del modo en que las ideas, las verdaderas y las falsas, se forman en las personas y gobiernan sus acciones, el uso de la primera persona queda justificado.
   Mary Shelley escribió contra la objetividad que se arrogan los narradores omniscientes, eligió el recurso del testimonio y la autobiografía para complejizar el efecto de la realidad: el mismo Víctor Frankestein dice que no cuenta sus crímenes por que lo considerarían loco, así como su propio padre no le creyó partes de su relato. Watson reconoce estar transcribiendo "la historia mas extraña que la imaginación pueda crear" y aunque es coherente, solo admitió su condición de verdadera por evidencias como las cartas y el monstruo.
   Pero con ya dijimos Mary no solo usa una primera persona sino que son tres narradores, uno dentro de una serie hilvanada de testimonios reflejan y difieren entre si, tres narradores que tratan de imponer sus intereses. Watson, que escribe para registrar sus aventuras y para expresar su ambición; Víctor, que le cuenta su historia para que no cometa los mismos errores que el, pero al mismo tiempo para que sea el brazo ejecutor de su venganza; el monstruo, que habla para justificar su trasformación y ser visto como una criatura inocente, necesitada de afecto, abandonada y engañada.
   La diversidad de narradores en primera persona esta al servicio del lector con alguno de sus casos. Víctor se pone en el lugar del científico que en su pasión por la experimentación olvida poner frenos éticos a sus acciones: descubre la forma de dar vida a un ser creado a partir de cadáveres, y cuando la criatura abre sus ojos huye horrorizado de su creación y la abandona a su suerte.
   La criatura sobrevive marginado por la sociedad que la discrimina por su fealdad, los hombres la atacan, la hieren y la desprecian; en su relato, eso justifica que se haya convertido en un monstruo. Su venganza comienza con el asesinato del hermano menor de Víctor y cuando este se niega a hacerle una compañera a su imagen y semejanza, el monstruo matara a su mejor amigo y al final a su novia.
  La obra podría ser una novela gótica mas si no fuera por la inclusión del relato dentro del relato de Víctor. Aquí ingresa otro motivo típico del romanticismo: el de los enemigos irreconciliables que entraran en una escala de violencia y de venganzas sucesivas. Sin embargo, este monstruo ha indagado dentro de su subjetividad, ha aprendido el funcionamiento de la sociedad de los hombres, ha leído y ha llegado a amar a una familia aunque esta finalmente lo desprecio. Él también comprobara que las ideas rigen las acciones humanas, pero que muchas de ellas, por ser errores producen reacciones homologas.
   En su diario, el capitán Watson registra a muerte de Víctor Frankestein luego de terminar el relato de su desgraciada vida. Sin embargo tendrá la oportunidad de comprobar con sus propios ojos la existencia de la criatura, cuando esta entra por la fuerza al camarote donde yace muerto su progenitor.
  " ¡He aquí una de mis victimas! En su muerte se consuma mi ansia de venganza y se cierra el cielo de mi misera existencia. ¿Frankestein, generoso y devoto espíritu!¿Acaso me servirá de algo pedirte perdón? Yo, que sin consideración a nada ni a nadie destruí a tus seres queridos...¿Pero ya estas frió y no puedes responderme!" - clama el monstruo, antes de huir y desaparecer en el hielo-.
  Mary Shelley no solo dio al mundo en su Frankenstein (o El Moderno Prometeo) un cuento de terror, sino también una parábola sobre los peligros y limites que debe tener la ciencia, ademas de una conmovedora reflexión sobre la sociedad.

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lunes, 27 de febrero de 2012

Apapachar...caricia para el alma

Apapachar (apapatsar)  palabra proveniente del náhuatl pahpatzoa, que significa ablandar fruta con los dedos o de pachoa: apretar o acercar algo a uno mismo, y es mucho mas que abrazar o acariciar cariñosamente: implica un trato delicado, mostrar amor, consentir y consolar, no solo con besos o cariños, sino ademas con atenciones y cuidados que hacen sentir bien a la persona, sobre todo cuando se esta triste o con congoja; como cuando , muy enfermo uno suplica: "¿me puedes apapachar?"
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miércoles, 22 de febrero de 2012

miércoles, 15 de febrero de 2012

~✿~Pensando en voz alta.... círculos viciosos

Pensando en voz alta.... círculos viciosos - chica pensativa
¿Por que tengo esta fuerte tendencia a volver sobre mis pasos?¿que miedo atroz habita en mi interior que no me deja explorar nuevos caminos?¿que ata mi deseo a reinventarme?¿por que no me atrevo a volar y dejar atrás raíces que el tiempo se ha encargado de secar?
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martes, 14 de febrero de 2012

Psique y Cupido- Mitología

Psique y Cupido
Psique y Cupido- Mitología
Había un vez, un rey, padre de tres hijas espléndidas. La más joven, Psiqué, era mucho más hermosa que sus dos hermanas y al lado de ellas parecía una diosa entre simples mortales. La fama de su hermosura se extendio por toda la tierra y de todas partes los hombres se ponían en camino para admirarla con rendida adoración y prestarle pleitesía, como si de una inmortal se tratara. Se llegó a decir incluso que la misma Venus no podía rivalizar con ella. Y cuantos más y más se presentaban ante ella, menos se acordaban de Venus. Los templos de la diosa estaban abandonados, sus altares cubiertos de frías cenizas y las ciudades consagradas a la diosa se convertían en ruinas. Todos los honores reservados hasta entonces se le tributaban a una simple muchacha, destinada a morir en día no lejano.

La diosa no podía aceptar semejante situación, y como siempre que se encontraba en apuros, requirió ayuda de su hijo, que unos llaman Cupido y otros Amor, y contra cuyas flechas no existe protección en el cielo ni en la tierra. Le contó sus cuitas, y, como siempre, se prestó a obedecer sus órdenes. "Usa tu poder - le dijo ella - y haz que esta pequeña desvergonzada se enamore locamente de la más vil y despreciable criatura que haya en el mundo". Él lo habría hecho ciertamente si Venus, olvidando en el furor de sus celos que aquella belleza podría ilusionar al mismo dios del Amor, no le hubiera mostrado antes a Psiqué. Cuando la hubo visto, el mismo Cupido se sintió con el corazón traspasado por una de sus flechas. Nada dijo a su madre; la verdad es que no tenía fuerzas para proferir una sola palabra y Venus se marchó convencida de que la suerte de Psiqué estaba echada.

Las cosas, sin embargo, ocurrieron de distinta manera a como ella creía. Psiqué no pensó nunca enamorarse de un malvado; en efecto, no se enamoró de nadie y, más extraño todavía, nadie se enamoró de ella. Los hombres seguían satisfechos en su contemplación, admirándola, adorándola, después pasaban de largo y desposaban a otra. Sus dos hermanas, aun siendo infinitamente menos seductoras, habían celebrado dos espléndidas bodas, cada una con un rey. Psiqué, la mas hermosa, triste y solitaria, admirada siempre, pero jamás amada. Le parecía que ningún hombre la querría por esposa y ello causaba gran inquietud a sus progenitores. Su padre intentó hallar a través del oráculo de Delfos un buen marido para Psiqué. El dios consintió en responder, pero su profecía fue terrible. Apolo decretó que Psiqué, vestida con negros crespones, debía ser llevada a la cumbre de una colina y permanecer allí sola; el marido que le sería destinado, una serpiente alada, terrible y más poderosa que los mismo dioses, llegaría hasta ella y la haría su esposa...

No se puede imaginar el desespero que se apoderó de aquellos a quienes el padre de Psiqué contó tan triste noticia. Se preparó a la joven como para sus funerales, y con mas lamentos que si se tratara de conducirla a la tumba la llevaron a la colina. Solo psiqué permanecía animosa y decidida. " Mas que llorar por mi -les dijo- debeis hacerlo por esta belleza que me ha granjeado la envidia del cielo. Marchad ahora, y sabed que deseo que pronto llegue el final". Desesperados partieron todos, abandonando a su destino a la radiante y desventurada muchacha y se encerraron en su palacio para llorar por ella el resto de sus días.

Sobre la colina, y en medio de la oscuridad, Psiqué permaneció sentada a la espera. Mientras temblaba y lloraba, en la calmada noche llegó hasta ella una ligera brisa, el dulce viento de Céfiro, el más suave de los vientos. Sintió que se elevaba. Se deslizó de piés por el aire sobre la colina rocosa hasta una pradera mullida como un lecho y perfumada por las flores. El hizo lo posible para que olvidara sus penas y la durmió. Despertó después a orillas de un claro arroyo a cuya vera se elevaba un castillo imponente y magnífico. Parecía destinado a un dios, con sus columnas de oro, muros de plata y suelos incrustados de piedras preciosas. Reinaba un silencio absoluto. Su interior parecía desierto y Psiqué se acercó cautelosa y atemorizada a la vista de tanto esplendor. Permaneció recelosa en el umbral cuando percibió unos ruidos; no veía a nadie, pero oía las palabras con claridad: "La casa es para tí -le decían-. Entra sin miedo y báñate, refréscate; en seguida se pondrá en tu honor la mesa del banquete".

Nunca había tomado un baño tan delicioso ni probado platos tan agradables. Mientras comía, escuchó a su alrededor una dulce música, como un arpa que acompañaba a un numeroso coro. La oía pero tampoco la veía. Todo el día estuvo sola, acompañada unicamente por las voces que escuchaba. Pero sin podérselo explicar presentía que su marido vendría al caer la noche. Y así fue. Cuando le sintió cerca de sí y escuchó su voz que murmuraba dulcemente a su oído, desaparecieron sus temores. Sin verle siquiera, estaba cierta que no era un mostruo ni tenia forma espantosa sino que era el amante esposo que tanto tiempo había deseado.

Aunque esta presencia mediatizada no podía satisfacerla plenamente, sin embargo se encontraba feliz y el tiempo transcurría rápido para ella. Pero una noche, su querido e invisible esposo le habló muy seriamente y le advirtió que un gran peligro le amenazaba bajo la forma de sus dos hermanas. "Vuelven a la colina de donde has desaparecido para llorar por ti -le dijo-. Pero no es conveniente que te descubran. Si lo hacen me causarás una pena inmensa y te destruirás a ti misma". Prometió no dejarse ver y pasó todo el día siguiente llorando, pensando en sus hermanas y en la prohibición que tenía de no consolarlas. Pero lloró todavia más cuando volvio su marido y ni siquiera las caricias que él le prodigó pudieron secar sus lagrimas. Al fin, con gran disgusto, él cedió: "Haz lo que quieras -dijo- pero, te lo repito, estas buscando tu ruina, tu propia destruccion". Después, solemnemente, le explicó que no se dejara persuadir por nadie para que intentara verle, pues quedaría separada de él para siempre. Psiqué obedeció entre protestas, pues preferia morir cien veces que vivir sin el. "Pero otórgame la alegría de ver a mis hermanas" le suplicó ella. Tristemente, él se lo concedió.

Al dia siguiente, llevadas por Cefiro, las dos hermanas descendieron de la montaña. Alegre, con el corazón palpitante de emoción, Psiqué las esperaba; su alegria era muy grande. Transcurrió largo rato antes de que las tres lograran hablarse; su alegría era muy grande y solo pudieron expresarse en suspiros. Por fin entraron en el palacio y las dos hermanas mayores revolvieron todos los magnificos tesoros. En un opulento festín escucharon maravillosa música. Y la envidia, la amarga envida y una curiosidad devoradora se apoderaron de ellas. ¿quién era el dueño de tal magnificencia? ¿quién era el esposo de su hermana? Querían saberlo pero Psiqué, que mantenía su palabra, solo les dijo que su marido era un hombre joven que estaba participando en una cacería. Después, les llenó las manos de oro y joyas y pidió a Cefiro que las devolviera a la colina. Dejaron a Psiqué, pero el fuego de los celos quemaba sus corazones. Comparadas con Psiqué, las riquezas propias y su felicidad les parecían nada, y su envidiosa colera creció tanto en ellas que llegaron a tramar juntas la perdición de su hermana.

Aquella noche, el esposo de Psiqué le advirtió una vez mas que no volviera a ver a sus hermanas. Pero ella replicó que no podia dejar de verlas. ¿Tenia que prohibirle ver a sus hermanas a quienes tanto amaba? El cedió de nuevo y en seguida las dos ruines hermanas llegaron. Traían planes muy concretos. Las palabras vacilantes de su hermana y sus contradictorias respuestas, cuando le pidieron que describiera a su marido, avivaron su curiosidad. Estaban convencidas de que, no solo Psiqué no lo habiá visto todavia, sino que incluso ignoraba su identidad. No le expusieron sus sospechas, pero le reprocharon por disimular tan triste situación a sus hermanas. Ellas lo habían comprendido, le dijeron, y estaban seguras de que su marido no era un hombre, sino mas bien la horrenda serpiente profetizada por el oráculo de Apolo. El de momento se mostraba dulce, pero llegaría una noche en que se arrojaría sobre ella para devorarla.

Psiqué, consternada, sentía que el terror invadía su corazon e iba matando poco a poco su amor. Muchas veces se preguntaba por qué él no le permitía verle, y sospechaba que debía tener para ello alguna poderosa razón, ¿Qué sabia de él en realidad? Si no era tan horrible, ¿por qué tenía la crueldad de ocultarse a su vista? Triste, temblorosa y balbuceante, dio a entender a sus hermanas que no podía negar lo que le decían, pues hasta aquel momento su marido no la había poseído sino en la mas profunda oscuridad. "Debe ocultar algo horrible para que tema tanto la luz del día" dijo ella sollozando, y les pidió consejo.

Ellas lo tenían ya todo previsto, pues lo prepararon con antelación. Psiqué debía ocultar un cuchillo bien afilado y una lámpara al lado de su lecho. Cuando su marido estuviera profundamente dormido, ella se levantaría, encendería la lampara y empuñando el cuchillo, lo clavaria en la figura horrible que la luz le descubriera.

La dejaron abrumada por la duda y fuera de si, sin saber qué partido tomar. Ella le amaba y él era su amante esposo... Durante todo el día sus pensamientos luchaban dentro de ella. Cuando llegó la noche, había abandonado la lucha. Estaba decidida a matarlo...

Cuando él se durmió apaciblemente, ella se revistió de valor y encendio la lámpara. Caminando sobre las puntas de los pies se acercó al lecho y, elevando la luz, contempló lo que tenía ante sus ojos. ¡Oh, su corazón sintió un profundo alivio y el más sublimado éxtasis! La luz no le hizo ver un monstruo, sino la más bella de las criaturas. Invadida por la vergüenza de su locura y por su poca confianza, Psiqué se hincó de rodillas y si el cuchillo no hubiera caído de sus manos temblorosas lo habría clavado en el propio pecho. Pero mientras se hallaba reclinada sobre él, contemplando tan gran belleza, una gota de aceite cayó de la lámpara en la espalda de aquel bello joven. Se despertó sobresaltado, vio la luz y comprendio la desconfianza de Psiqué, y sin pronunciar palabra se marchó.

Psique corrió tras él. No podía verle, pero oía su voz que le hablaba. Le dio a conocer su nombre y con tristeza le dijo adios: "El Amor no puede vivir sin confianza" y con esas últimas palabras la abandonó. "El dios del amor" pensó ella "era mi esposo, y yo, miserable, no tuve fe en su palabra. ¿Se ha marchado para siempre?. De todas maneras -pensó ella llena de coraje- puedo pasar el resto de mi vida buscándolo. Si él no quiere ya amarme, yo sabré demostrarle mi amor". Y se puso en camino sin rumbo fijo; solo sabía una cosa: que jamás renunciaría a volverle a encontrar.

Entretanto, él fue a reunirse con su madre para pedirle que curara su herida, pero cuando Venus supo su historia y comprendio lo que Psiqué había pretendido, llena de colera le dejó solo con su tristeza. Marchó en busca de la muchacha por cuya causa había sentido celos mortales. Venus estaba decidida a demostrar a Psiqué lo que cuesta escapar de la ira de una diosa.

La pobre Psiqué, en su desolado vagabundear, intentaba reconciliarse con los dioses. Les dirigia continuas y ardientes suplicas, pero ninguno de ellos quería granjearse la enemistad de Venus. Psiqué comprendio al fin que los dioses no le ofrecían esperanza alguna y tomó una rapida decisión. Se dirigiría a Venus, se ofrecería a servirla e intentaría apaciguar su colera. "Y quién sabe -se dijo- quién sabe si él no estará en casa de su madre". Y se puso en camino para encontrar a la diosa, quien a su vez andaba buscándola.

Cuando las dos se encontraron, Venus se echó a reír y le dijo con desprecio si buscaba un marido, el que había tenido y que rehusaba verla después que escapó de la muerte a causa de las quemaduras que ella le causara. "Pero en verdad -dijo la diosa- eres tan descarada y te preocupas tan poco de tu aspecto que jamas encontraras un enamorado. Para darte pruebas de mi buena voluntad voy a enseñarte cómo hacerlo". Pidio gran cantidad de semillas de las mas pequeñas, trigo, amapolas, mijo y otras, y las mezcló en un solo monton. "Por tu propio interés, procura que todas esten separadas para esta tarde" dijo la diosa. Y tras estas palabras se fue.

Psique quedo sola y, sentada, contempló el monton de semillas. No cabia en su cabeza la crueldad de esta orden que la desorientaba. además, le parecía inutil ponerse a realizar un trabajo de tan dificil ejecucion. Pero ella, que jamas despertó compasión de nadie en el mundo de los mortales ni de los inmortales, en esta penosa situacion suscitó la piedad de las mas pequeñas de las criaturas, las hormigas. "Venid, compadeceos de esta pobre criatura, ayudemosla pronto" se decían unas a otras. Todas respondieron a este llamamiento; vinieron en masa y trabajaron afanosamente separando y amontonando, y lo que fue un monton informe se convirtió en una serie de montoncillos bien ordenados, compuestos cada uno por una variedad de semilla. Así lo encontró Venus a su regreso, y al verlo se puso furiosa. "Aun no has terminado tu trabajo", le dijo. dio un mendrugo de pan a Psiqué y le ordenó dormir en el suelo, mientras ella se tendía en su lecho blando y perfumado.

Si la podía obligar por largo tiempo a un trabajo duro y penoso, e incluso hacerle pasar hambre, la belleza odiosa de esta muchacha no lo podría resistir. Entretanto, impediría que su hijo abandonara la habitación donde todavía se encontraba, sufriendo a causa de su herida. Venus se sentía satisfecha por el cariz que tomaban los acontecimientos

A la mañana siguiente se le ocurrió un nuevo trabajo para Psiqué, una faena peligrosa. "Abajo, en la orilla del río, donde crecen unos espesos zarzales, se encuentran corderos que tienen el vellocino de oro. Ve y traéme un poco de su brillante lana". Cuando la joven, extenuada, llegó junto a la corriente de agua, intentó lanzarse en ella y terminar asi sus penas. Pero al inclinarse oyó una debil voz que parecía salir del suelo. Bajó los ojos y notó que la voz provenía del rosal. Le decían que no debía ahogarse, pues las cosas no se le presentaban mal. Los corderos estaban muy nerviosos y alborotados, pero si Psiqué esperaba un momento en que por la tarde salían de sus rediles para descansar y abrevar a la orilla del riachuelo, solo tendría que entrar en los corrales y recoger los copos de lana enganchados en las zarzas.

Así habló el dulce y gentil rosal, y Psiqué siguiendo su consejo recogió gran cantidad de hilos de oro para su cruel dueña. Venus la recibió con helada sonrisa. "Alguien te ha ayudado -le increpó bruscamente- tu sola no lo habrías podido realizar. Te voy a dar otra ocasión de probar que tienes el corazón tan decidido como aparentas. ¿Ves aquella agua tan negra que desciende de la colina? Es el nacimiento del río terrible y aborrecido, el Estige. Llena este frasco". Era la prueba más dura que le habían impuesto. Psiqué se dio cuenta al llegar a la cascada. Las rocas que la rodeaban eran escarpadas y deslizantes; el agua se precipitaba por lugares tan abruptos que solo una criatura alada podía aproximarse. Y efectivamente, un águila la ayudó. Planeaba con sus enormes alas por los alrededores cuando vio a Psiqué y se compadeció de ella. Con su pico le arrebató el frasco de sus manos, lo llenó de agua negra y se lo devolvio.

Pero Venus se dio cuenta. Todo lo que ocurría la incitaba a pruebas más difíciles. dio una caja a Psiqué con la consigna de llevarla al hades y rogar a Proserpina, reina del mundo subterraneo, que metiera en ella un poco de su belleza. Psiqué debía insistir sin desmayos y hacer comprender a Proserpina que Venus padecía necesidad urgente, pues estaba ajada y agotada de atender a su hijo enfermo. Obediente como siempre, Psiqué se fue a buscar el camino que conducía al Hades. Cuando pasaba ante una torre, ésta se ofreció a guiarla y le señaló el rumbo que la llevaría al palacio de Proserpina: debía pasar primero por un gran agujero que había en tierra y después por el río de la muerte donde debía entregar una moneda al barquero Caronte para que la transportara a la otra orilla. Allí el camino descendía recto al palacio. Cancerbero, el perro de tres cabezas, guardaba las puertas, pero si ella le ofrecía un dulce se amansaría y le permitiría entrar.

Todo ocurrió como la torre anunció. Proserpina no deseaba más que servir a Venus; Psiqué, muy animada, tomó la caja y volvio más rapida que había ido.

Llevada por la curiosidad, y más todavia por su vanidad, quiso ver el encanto que la caja contenía y, a poder ser, usar un poco en ella misma. Al igual que Venus, sabía que su belleza estaba resentida por los sufrimientos y no le abandonaba un instante la idea de recobrar a Cupido. ¡Ojalá otra vez pudiera volverse mas bella para él! Incapaz de resistir la tentación, abrió la caja y con gran desencanto no encontró nada; estaba vacía. Entonces un decaimiento mortal se apoderó de ella y cayó en un profundo sueño.

En este crítico momento intervino el dios del Amor. La herida de Cupido ya había curado y deseaba ardientemente encontrar de nuevo a Psiqué. Es dificil contener el amor. Venus había cerrado las puertas, pero quedaban las ventanas. Nada más fácil para Cupido que escapar por una de ellas y buscar a su esposa. En un momento arrancó el sueño de los ojos de Psiqué y lo encerró en la caja. Después despertó a su mujer con un beso. La riñó un poco por su curiosidad, le dijo que llevara a su madre la caja de Proserpina y le aseguró que todo en adelante tendría un feliz desenlace.

Mientras Psiqué se apresuraba a obedecer, el dios del Amor se marchó al Olimpo. Quería asegurarse de que Venus no le pondría mas dificultades y planteó el caso ante Jupiter. El padre de los dioses y de los hombres consintió enseguida en todo lo que Cupido le pedia. Convocó a los dioses y les anunció (a Venus y a los demas) que Cupido y Psiqué estaban oficialmente casados y propuso conceder la inmortalidad a la esposa. Mercurio elevó a Psiqué hasta el cielo y la depositó en el palacio de los dioses. El mismo Jupiter le hizo gustar la ambrosía que le otorgaba la inmortalidad. Esto, naturalmente, cambiaba la situacion. Venus no podía ya censurar a la diosa que había llegado a ser su bella nuera. Se imponía una alianza y así penso que Psiqué, viviendo en el cielo con su marido, le faltaría tiempo para bajar a la tierra, acaparar la atención de los hombre e inmiscuirse en su culto.

Todo terminó felizmente. El Amor y el Alma (que es lo que significa Psiqué en griego) se buscaron y tras duras pruebas se encontraron. Y esta unión no debía romperse jamás.
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viernes, 20 de enero de 2012

Queda Prohibido...


Queda prohibido llorar sin aprender,
levantarte un día sin saber que hacer,
tener miedo a tus recuerdos.

Queda prohibido no sonreír a los problemas,
no luchar por lo que quieres,
abandonarlo todo por miedo,
no convertir en realidad tus sueños.

Queda prohibido no demostrar tu amor,
hacer que alguien pague tus deudas y el mal humor.

Queda prohibido dejar a tus amigos,
no intentar comprender lo que vivieron juntos,
llamarles solo cuando los necesitas.

Queda prohibido no ser tú ante la gente,
fingir ante las personas que no te importan,
hacerte el gracioso con tal de que te recuerden,
olvidar a toda la gente que te quiere.

Queda prohibido no hacer las cosas por ti mismo,
tener miedo a la vida y a sus compromisos,
no vivir cada día como si fuera un ultimo suspiro.

Queda prohibido echar a alguien de menos sin
alegrarte, olvidar sus ojos, su risa,
todo porque sus caminos han dejado de abrazarse,
olvidar su pasado y pagarlo con su presente.

Queda prohibido no intentar comprender a las personas,
pensar que sus vidas valen mas que la tuya,
no saber que cada uno tiene su camino y su dicha.

Queda prohibido no crear tu historia,
no tener un momento para la gente que te necesita,
no comprender que lo que la vida te da, también te lo quita.

Queda prohibido no buscar tu felicidad,
no vivir tu vida con una actitud positiva,
no pensar en que podemos ser mejores,
no sentir que sin ti este mundo no sería igual.
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miércoles, 4 de enero de 2012

El Discípulo, Rabindranath Tagore


  Rabindranath Tagore (Ravindranatha Thakura, 1861-1941), nacido en Calcuta, es uno de los escritores indios más reconocidos del mundo. Se dedicó a la escritura desde niño, publicó su primer libro a los 17 años, estudió Derecho en Inglaterra, y al regresar a su país escribió en lengua bengalí poesías, novelas, cuentos, y obras de teatro, además compuso muchas canciones populares y realizó numerosas pinturas. Sus escritos están llenos de pasión, amor por la naturaleza y religiosidad. Fue nombrado "sir" por el rey Jorge V, pero renunció a este título cuando los soldados británicos asesinaron a 400 manifestantes indios en la Matanza de Amritsar en 1919. En 1901 fundó la escuela Santiniketan, dedicada a la enseñanza de filosofía oriental y occidental; esta institución creció hasta convertirse en la Universidad Internacional Visva-Bharati.
   Aquí uno de sus poemas mas bellos (a mi humilde opinión)


EL DISCÍPULO
Tu lenguaje, Señor, es muy sencillo, 
mas no así el de tus discípulos 
que hablan en tu nombre. 
Yo comprendo la voz de tus alas 
y el silencio de tus árboles. 

Comprendo la escritura de tus estrellas 
con que nos explicas el cielo. 
Comprendo la líquida redacción de tus ríos 
y el idioma soñador del humo, 
en donde se evaporan 
los sueños de los hombres. 

Yo entiendo, Señor, tu mundo, 
que la luz nos describe cada día 
con su tenue voz. 

Y beso en la luz la orilla de tu manto. 
El viento pasa enumerando 
tus flores y tus piedras. 

Y yo, de rodillas, 
te toco en la piedra y en la flor. 
A veces pego mi oído 
al corazón de la noche 
para oír el eco de tu corazón. 

Tu lenguaje es sencillo, mas no así 
el de tus discípulos que hablan en tu nombre. 
Pero yo te comprendo, Señor. 
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