Las lagrimas de la Luna
La mezcla de sabores con el abundante jugo que brota al morderla son deliciosas en tiempo de calor…Con seguridad has disfrutado una fresca rebanada de jícama aderezada con jugo de limón, sal y chile piquín. Pero quizá no sabes que esta raíz de origen mexicano ya era muy apreciada por los pueblos indígenas prehispánicos. Una leyenda purépecha explica así su origen:
Curicaueri, el Sol, se casó con Xaratanga, la Luna. Él amaba el oro y se adornaba con joyas de ese metal: diademas, anillos y collares tan resplandecientes como él. Ella amaba la plata, semejante a sus destellos nocturnos, y contaba con una colección de alhajas que los recordaban de día. Los dos se amaban y siempre querían estar juntos. Por eso a veces los días y las noches eran demasiado largos y comenzó a reinar un gran desorden en el mundo.
La Madre Naturaleza no podía permitir que las cosas siguieran de esa manera y los llamo para regañarles.“Tú eres el responsable de alumbrar los días y hacer que las plantas germinen y crezcan”, le recordó al Sol. “A ti te toca vigilar que todo quede en sombras para que las personas descansen”, le dijo a la Luna.”Pero ninguno ha respetado mis instrucciones y por eso tendré que separarlos”.
Xaratanga le pidió que se compadeciera de ella, Curicaureri le rogo que no los separara pero la Madre Naturaleza fue inflexible: “Comprendo lo mucho que se aman, pero más importante que su amor es la misión que les encargue y el respeto que le deben a los seres vivos que dependen de ustedes”, Xartanga y Curicaueri le suplicaron por última vez pero la madre Naturaleza ignoro sus palabras y los dejo solos.
Al ver lo triste que estaba su esposa, Curicaureri le hablo con ternura: “Nuestro amor no estará nunca en riesgo. De día yo saldré a iluminar los bosques y los mares y tu veras como el brillo a través de la ventana de nuestras casas. Cuando yo regrese al hogar por la noche y vea que no te encuentras ahí, me sentiré feliz al saber que estas recorriendo los cielos rodeada de estrellas más hermosas y nobles que tus joyas”. Ella escucho con atención y respondió: “Tienes razón. Quizá si respetamos nuestra misión la Madre Naturaleza permita que , de vez en cuando, tu brilles detrás de mí y que yo aparezca de repente ,en pleno día”.
Conmovida por lo que estaban viviendo Xaratanga abrazo a su esposo y comenzó a llorar. Una de sus lagrimas recorrió el espacio, cruzo las nubes, atravesó las copas de los árboles y se sumergió en la tierra del Valle de México. Allí, en lo más profundo, echo raíces y se convirtió en la primera jícama, de carne tan brillante, perfumada y dulce como el llanto de la Luna.
-Adaptación de un relato Purepecha referido por
Otilia Meza en su libro Leyendas prehispánicas mexicanas
muy bonita leyenda es excepcional
ResponderEliminarAsí es Anónimo,en general las leyendas lo son con ese toque de ingenuidad y ese halo de misterio, gracias por comentar
ResponderEliminarNecesito el prólogo y que sea de 2 cuartillas pero no biene
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