Quienes alguna vez hayan vivido el "amor platónico" tienen que reconocer que se trata de un sentimiento paralizador. Quien ama platonicamente se inmoviliza frente al objeto amado, no por que no aspire a su posesión sino por que se en-canta en el sentido profundo de la palabra , de volverse canto o piedra.
¿Pero que es en verdad lo que produce este sentimiento que se da en el encanto de la distancia y el misterio?
Quien ama "platonicamente" no se aproxima, pero tampoco huye del objeto amado; se mantiene a distancia; le basta saber que el ser a quien ama tambien lo sabe, contemplativamente, contemplar, es entrar en union total con algo distinto a nosotros sin dejar de ser nosotros mismos.
En el "amor platónico", la noción de "totalidad" es la noción de una perfección suprema que se antepone a todo lo demás. ¿De donde viene esta nocion de esta perfección suprema? Quien ama platonicamente sabe muy bien que nada ni nadie en derredor de el , ni siquiera el objeto amado, puede ser el origen de la noción de perfección suprema. Precisamente no se aproxima al objeto por temor a que las imperfecciones inherentes a toda naturaleza humana puedan interferir en en el disfrute de la contemplación por ningún otro sentimiento: un saber previo a todo otro saber y previo a todo posible conocimiento.
Obvio es que lo que nosotros llamamos "amor platónico" es una experiencia que tiene lugar sin razonamiento, sin reflexion intelectual; se halla tan entreverada al saber común y práctico de la vida ordinaria que quien la vive se deja llevar emotivamente; diriase que la razón, la facultad de pensar, se inhibe en la medida en que permanece triunfante el suceso de la contemplación. Pero aun así es contemplación reflexiva previa a toda reflexión intelectual de quien ama. Es cierto, ademas, que la actitud del hombre tiene que soportar la agonía de la experiencia del "amor platónico" hasta que el tiempo -la única solución- se la quita de encima haciendo que ella se pierda en la trivialidad.