Una dulce pasión, una morosa
melancolía invade tu espesura,
y una cálida y triste calentura
la solitaria sombra de tu rosa.
Voy sintiendo en mi carne la amorosa
turbación de tu copa cuando apura
el sol allí su fuego, y tu cintura
a su lengua se ciñe, perezosa.
No sé qué viento en soledad, qué sino
vegetal guardas para mis dolidas
alas sin vuelo y ave sin camino,
tú que en la mar me sueñas y me olvidas,
oh pino delicado que adivino
a solas meditando en mis heridas.