En el fondo del mar profundo,
en la noche de largas listas
como un caballo cruza corriendo
tu callado callado nombre.
Alójame en tu espalda,ay, refúgiame,
aparéceme en tu espejo, de pronto,
sobre la hoja solitaria, nocturna,
brotando de lo oscuro, detrás de ti.
Flor de la dulce luz completa,
acúdeme tu boca de besos,
violenta de separaciones,
determinada y fina boca.
Ahora bien, en lo largo y largo
de olvido a olvido residen conmigo
los rieles, el grito de la lluvia:
lo que la oscura noche preserva.
Acógeme en la tarde de hilo,
cuando el anochecer trabaja
su vestuario y palpita el cielo
una estrella llena de viento.
Acércame tu ausencia hasta el fondo,
pesadamente, tapándome los ojos,
crúzame tu existencia, suponiendo
que mi corazón está desnutrido.