La vida es una suave quemadura
(“Retorno de la Evidencia”)
Al principio de los tiempos el fuego encontró el agua, su enemiga.
Y se unió con ella, en secreto. De allí nacieron los seres vivos, las plantas primero llamas mojadas, y nosotros los destellos.
Savia y sangre son agua que llamea y fuego que emana. Fuego sensato, atemperado de agua que no consume lo que ha formado pero si la compone; fuego que goza y se recoge, fuego que piensa. Si, la vida es una suave quemadura.
NO-VIOLENCIA ACTIVA
("Umbral de la vida interior")
¿Cuáles son las actitudes positivas frente a un conflicto? De entrada vemos cuatro.
La primera, volver la cabeza y eludir el problema, sobre todo cuando no se nos ataca personalmente directamente, por que como es sabido, “siempre tenemos suficiente valor para soportar los males ajenos”. En resumidas cuentas, eso no nos concierne. Permanecemos neutrales o mejor dicho, no permanecemos, ya que nos escurrimos discretamente.
La Segunda actitud es la de meternos con bravura en la pendencia, devolviendo golpe por golpe o dos por uno, si podemos.
La tercera: es la de girar sobre los talones, sencillamente: nos vamos.
La cuarta: Levantar las manos, caer de rodillas, implorar gracia, invocar clemencia, en resumidas cuentas: capitular.
La quinta actitud es la no violencia excluye las otras cuatro por igual:
Excluye la neutralidad
Excluye la pendencia
Excluye la fuga
Excluye la capitulación (…)
El enemigo
¡Paff! ¡En la mejilla! Oiga señor, no se vaya, se le olvido algo. Que tengo dos mejillas señor.
¡Trata de explicarle e la gente porque obras así! Y diles, primeramente que es muy raro encontrar un malvado lo bastante valiente y perseverante en su maldad, como para aprovecharse indefinidamente del ofrecimiento y de la impunidad. Que hasta has llegado a ver rabiosos detenerse como fulminados. ¡Explícales por qué! Di: Obro así porque sé que mi enemigo es un hombre.
¡Un hombre, comprenden, un hombre!
No hay por qué gritar tan fuerte. Eso lo sabe todo el mundo.
¡Claro! Lo sabes porque es evidente, pero sobre todo porque estas apaciblemente sentado en una silla.
Pero en el ardor del conflicto cuando la sangre se te suba a la cabeza ¿la evidencia no va a darse a vuelta de golpe?
¿Y no se encargara tu enemigo, por si mismo, de ofrecerte la prueba irrefutable de que es una bestia dañina, un monstruo, un demonio?
Quizás tu enemigo sea feroz, implacable y de una fuerza irresistible, ¡pero cuanto más difícil de vencer, más feroz, más implacable, será la tentación de considerarlo un monstruo, un demonio!
Es aquí cuando hay que afirmar la difícil verdad: que es un hombre, “un hombre como yo” si, el espíritu de justicia está en el, como en mi (…)
¿Quién es pues el malvado? ¿Quién me arranca mis haberes, quien pisotea mis derechos, quien desea mi muerte y la de los míos? ¡Ese tipo, ese bruto, ese sinvergüenza, ese asqueroso, ese calculador, se hipócrita, ese crápula, ese canalla, en una palabra, mi enemigo! ¿Quién es? Un hombre que se equivoca. Esta comprobación es de suma importancia porque en ella se asienta la no-violencia. (…)